¿Soledad o soledad no deseada?
La Real Academia Española (RAE) define la soledad, en su primera acepción, como la «carencia voluntaria o involuntaria de compañía». Esta definición nos recuerda que la soledad no siempre es negativa: puede ser elegida y disfrutada, o bien no deseada y sufrida.
Existen muchos tipos de soledad, y algunas soledades pueden ser beneficiosas. La soledad elegida nos permite disfrutar de momentos de calma y concentración. La soledad creativa impulsa el arte y la innovación. La soledad reflexiva nos ayuda a tomar mejores decisiones. Incluso hay quienes encuentran bienestar en la soledad espiritual, usándola para conectar consigo mismos/as o con algo trascendental.
¿Y si la soledad no es elegida?
Sin embargo, cuando la soledad no es elegida y se prolonga en el tiempo, puede convertirse en soledad no deseada, afectando nuestro bienestar emocional y físico.
No es lo mismo estar solo/a que sentirse solo/a.
De ahí, la importancia de diferenciar la soledad del aislamiento. Mientras que la soledad es una sensación subjetiva, el aislamiento físico y social implican la falta real de contacto con otras personas, aunque no siempre genere malestar.
Las expectativas
La percepción de la soledad no depende solo de la cantidad de relaciones, sino de nuestras expectativas sobre lo que deberían ser nuestros vínculos. Hay personas que con un solo lazo afectivo se sienten plenas, mientras que otras, rodeadas de gente, experimentan una profunda sensación de vacío. Las expectativas que tenemos sobre el afecto, el apoyo y la cercanía de los demás condicionan la forma en que vivimos la soledad.
Causas de la soledad no deseada
Cambios en la estructura familiar.
Pérdida de seres queridos, separación de hijos, divorcios o rupturas.
Envejecimiento.
Con el avance de la edad, muchas personas experimentan una disminución de su círculo social debido a jubilaciones, enfermedades o fallecimiento de amigos.
Cambios geográficos.
Mudanzas o migración que separan a las personas de sus redes de apoyo tradicionales.
Falta de acceso a recursos sociales.
La falta de oportunidades para participar en actividades comunitarias o la existencia de barreras para acceder a ellas.
Impacto de la soledad no deseada
Problemas de salud mental.
Depresión, ansiedad y estrés crónico.
Afecciones físicas.
Mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, problemas del sistema inmunológico y deterioro cognitivo.
Aislamiento social.
La soledad prolongada puede llevar a un aislamiento más profundo, dificultando aún más la reactivación de redes sociales.